La alianza en el poder de cara al futuro
Enrique Alfaro
Recapitulo. En el gobierno formal y en los espacio de poder, Chiapas es
gobernada por una alianza PRI-verde que lo ocupa casi todo, ante la
ausencia de una verdadera presencia de los partidos De la Revolución
Democrática y Acción Nacional.
Curiosamente, tanto el PRD como el PAN, terminaron siendo
víctimas del poder que encumbraron pues arrebataron y postularon
candidatos que nunca fueron suyos y que terminaron regresando el poder
al establo al que se debían.
La alternancia en Chiapas, fue de siglas, los gobernantes nunca dejaron de tener grabado en su pecho el emblema tricolor.
El PRD entregó su crecimiento de décadas al liderazgo de un ex senador
priísta y sujetó a sus cuadros y su fuerza al gobierno del mismo. Al
final de su sexenio, Pablo Salazar impuso candidato priísta al
perredismo. Durante el gobierno de Juan Sabines Guerrero, éste dispuso
sin rubor del liderazgo perredista y finalmente desfondó al sol azteca,
dónde no estaba el candidato de su preferencia.
En el caso del
PAN, con Salazar se subieron a una alianza con sus antagónicos para
derrocar al PRI en Chiapas, montados en la ola triunfal del foxismo.
Pronto pagaron su pecado y al final del sexenio se encontraban aliados
con el PRI intentando vencer a un candidato que provenía del tricolor.
La necesidad política de legitimar el triunfo de Calderón los obligó a
asociarse con Sabines y también terminaron desfondados.
A
diferencia del PRD, que se entregó completamente al Salazarismo y luego
al Sabinismo, el PAN mantuvo diferencias con el primero y una alianza
institucional con el segundo. Juan se sirvió groseramente del sol azteca
en el estado, en cambio los albiazules establecieron una “alianza
institucional” pues no solamente se favorecían en la entidad sino que se
beneficiaban de la legitimidad que Sabines le brindaba a Felipe
Calderón. La alianza panista con Sabines era aprobada no sólo por su
dirigencia nacional sino, sobretodo, por su presidente de la república.
Al final, la historia se repitió como farsa y nuevamente el gobernador
en turno favoreció a otro proyecto dónde encontraba mejor representados
sus intereses.
Ahora, conviene aventurar una reflexión sobre la alianza en el poder, de cara al futuro, de cara al próximo proceso electoral.
¿Qué importancia tiene ganar la mayoría de los cargos de elección en
juego en la próxima elección intermedia? La importancia es toral pues,
simplemente, justificará a qué partido corresponderá encabezar la
próxima alianza a la gubernatura. Nada menos.
Sería ilógico que
si el PRI refrenda en el próximo proceso que es el partido mayoritario
en Chiapas, cediera la cabeza de una nueva alianza con el PVEM.
Si el tricolor consigue consolidarse cómo primera mayoría y, además,
durante este proceso político fortalece su liderazgo partidista, el que
encabeza Roberto Albores Jr., su candidatura a la gubernatura sería
natural, indiscutible.
Por el contrario, si el PVEM consigue
remontar al PRI en sus resultados electorales, ganando la mayoría de
alcaldías y diputaciones, le correspondería nuevamente encabezar la
alianza con el nuevo liderazgo que haya construido.
Esto último
explica el activismo de más de un funcionario de primer nivel, que
pareciera prematuro pero no lo es, el tiempo para los verdes es breve,
pues deben de fortalecerse como partido y construir la principal
candidatura que sostendrán en cinco cortos años.
Sin fatalismo,
si el verde no se ubica como la principal fuerza política en los
ayuntamientos y en el congreso del estado, llegarán derrotados
anticipadamente a la próxima definición de la candidatura a la
gubernatura. Y repetir el fenómeno que representó en su oportunidad
Manuel Velasco, no es sencillo, ni se consigue repitiendo la misma
fórmula promocional.
Por todo lo anterior, desde esta próxima
elección intermedia se definen los liderazgos que deben de inscribirse
en la inmediata carrera por la gubernatura. Por eso mismo, el actual
dirigente Albores Gleason, recibe fuego desde sus propias filas en el
propósito de descarrilarlo de manera temprana.
En las filas del
verde, también se prevé arrecie el fuego amigo que se da entre
destacados integrantes de la “burbuja de palacio”. Los liderazgos que
consigan trascender el próximo proceso y arrojen buenos resultados
electorales, del lado de los tricolores y de los verdes, tendrán andado
mucho trecho en la carrera por la próxima gubernatura.
jueves, 13 de marzo de 2014
Columna HOJA DE APUNTES
EL VERDE INVERSO
Enrique Alfaro
En un proceso político que pareciera inverso, el Partido Verde Ecologista Mexicano se construye en Chiapas luego de ganar la gubernatura.
Recordemos que el PVEM inició su verdadero crecimiento bajo el liderazgo del joven político Manuel Velasco Coello, pero como institución partidista llegó a la gubernatura sin contar con la fuerza suficiente.
Correspondió al Partido Revolucionario Institucional sumar los votos necesarios en la alianza que encabezó Manuel Velasco Coello para afianzar un triunfo sobrado.
En su oportunidad, el arrastre político del güero no correspondía con la moderada fuerza de su partido. El PVEM sólo no garantizaba el triunfo de una candidatura a la gubernatura, por lo que se construyó una alianza con el Partido Revolucionario Institucional.
En la actualidad, el partido verde, que permanece sin un liderazgo formal y estatutario, debe construir su propia fortaleza para corresponder a las necesidades políticas de su líder natural.
Esta circunstancia explica ahora el intenso y tolerado activismo de líderes no formales que se han hecho muy visibles. Pareciera que a la usanza priísta se construyen lo que asemeja a los sectores del verde:
Leonardo Rafael Guirao trabaja el sector popular y su activismo es tan incesante como incierto en su efectividad.
El sector campesino pareciera ser atendido por otra asociación civil “verde”, de manera menos ruidosa.
En el caso de la capital, donde se concentra gran parte del electoral, es indiscutible la labor avanzada y masiva del diputado Fernando Castellanos Cal y Mayor.
Seguramente otras cabezas se harán visibles en los próximos meses en el propósito de hacer del partido verde una efectiva fuerza que sea de verdadera utilidad al gobernante de cara a las próximas elecciones municipales intermedia.
El verde debe de construirse de manera pronta para ser un contrapeso, un equilibrio a la fuerza del PRI, pues aunque exista una alianza entre ellos, no sería conveniente para Velasco el debilitamiento de su partido.
Por el contrario, el PVEM en Chiapas debe de prepararse para contender sólo si fuese necesario, por lo que la alianza con el PRI podría ser parcial, disminuida, y no total en todo el estado en el próximo proceso.
Incluso, no sería nada extraño que el verde acrecentara su fuerza a costillas del tricolor, como ha sucedido hasta la fecha.
El activismo de quienes tienen la tarea de construir un partido verde para gobernar en lo futuro continuará tan visible y ostentoso como sea necesario.
La proclividad a la promoción personal de quienes les ha sido encomendada la tarea en comento es un efecto heredado, pues todos creen si la receta funcionó con su líder, funcionará con ellos.
Por lo que se ve, la lealtad de gobernador Manuel Velasco a su partido nunca ha estado en duda, en un océano dónde los políticos se distinguen por ser chapulines.
El riesgo previsible de todo lo anterior es que se construya fuerza sobre la base de candidatos populares y no sobre verdaderas estructuras municipales y regionales. Los candidatos pueden hacer ganar al verde, pero sin ellos el partido podría ser un fantasma, una quimera.
Enrique Alfaro
En un proceso político que pareciera inverso, el Partido Verde Ecologista Mexicano se construye en Chiapas luego de ganar la gubernatura.
Recordemos que el PVEM inició su verdadero crecimiento bajo el liderazgo del joven político Manuel Velasco Coello, pero como institución partidista llegó a la gubernatura sin contar con la fuerza suficiente.
Correspondió al Partido Revolucionario Institucional sumar los votos necesarios en la alianza que encabezó Manuel Velasco Coello para afianzar un triunfo sobrado.
En su oportunidad, el arrastre político del güero no correspondía con la moderada fuerza de su partido. El PVEM sólo no garantizaba el triunfo de una candidatura a la gubernatura, por lo que se construyó una alianza con el Partido Revolucionario Institucional.
En la actualidad, el partido verde, que permanece sin un liderazgo formal y estatutario, debe construir su propia fortaleza para corresponder a las necesidades políticas de su líder natural.
Esta circunstancia explica ahora el intenso y tolerado activismo de líderes no formales que se han hecho muy visibles. Pareciera que a la usanza priísta se construyen lo que asemeja a los sectores del verde:
Leonardo Rafael Guirao trabaja el sector popular y su activismo es tan incesante como incierto en su efectividad.
El sector campesino pareciera ser atendido por otra asociación civil “verde”, de manera menos ruidosa.
En el caso de la capital, donde se concentra gran parte del electoral, es indiscutible la labor avanzada y masiva del diputado Fernando Castellanos Cal y Mayor.
Seguramente otras cabezas se harán visibles en los próximos meses en el propósito de hacer del partido verde una efectiva fuerza que sea de verdadera utilidad al gobernante de cara a las próximas elecciones municipales intermedia.
El verde debe de construirse de manera pronta para ser un contrapeso, un equilibrio a la fuerza del PRI, pues aunque exista una alianza entre ellos, no sería conveniente para Velasco el debilitamiento de su partido.
Por el contrario, el PVEM en Chiapas debe de prepararse para contender sólo si fuese necesario, por lo que la alianza con el PRI podría ser parcial, disminuida, y no total en todo el estado en el próximo proceso.
Incluso, no sería nada extraño que el verde acrecentara su fuerza a costillas del tricolor, como ha sucedido hasta la fecha.
El activismo de quienes tienen la tarea de construir un partido verde para gobernar en lo futuro continuará tan visible y ostentoso como sea necesario.
La proclividad a la promoción personal de quienes les ha sido encomendada la tarea en comento es un efecto heredado, pues todos creen si la receta funcionó con su líder, funcionará con ellos.
Por lo que se ve, la lealtad de gobernador Manuel Velasco a su partido nunca ha estado en duda, en un océano dónde los políticos se distinguen por ser chapulines.
El riesgo previsible de todo lo anterior es que se construya fuerza sobre la base de candidatos populares y no sobre verdaderas estructuras municipales y regionales. Los candidatos pueden hacer ganar al verde, pero sin ellos el partido podría ser un fantasma, una quimera.
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