viernes, 11 de septiembre de 2009

Habitamos el Garufas

Enrique Alfaro

Resulta que todos creemos que estamos en un bar llamado Che Garufas y que en la noche de su aniversario departimos y nos embriagamos felizmente. Resulta que nos sentimos parte de una cofradía secreta que encuentra placeres en los apretujados rincones de esta taberna tenebrosa. Entre arrinquines y arrumacos, entre vapores y olores, transcurre lo que pareciera ser la existencia de un fantasmal ghetto de pretenciosos y vanidosas que se ríen de si mismos (conste, yo no me excluyo). Pero resulta que para engañar se montan las apariencias y para montar se engaña a quien se deja...
Y es que no somos sustento material sino pretexto imaginario. Somos entelequias de una voluntad ajena que desde hace tiempo nos concibió acosado por su hambre de historias. Somos la mejor invención de ese que originalmente se llamó Eulises y que ahora deambula extasiado entre los humos de su desvarío.
Sépanlo de una vez que nunca le bastaron las experiencias de su vida que lo persiguieron y obsesionaron hasta que fueron atrapadas en un libro. Hoy su mente perversa se alimenta de nuestras historias, de nuestras experiencias virtuales que apaciguan sus ansias de hurto.
Dicen que el tal Garufas robó un vagón de ferrocarril en la ciudad de Coatzacoalcos que luego fue visto en la gloriosa ciudad de Arriaga. Dicen que quienes entraban al furgón mas tarde salían perdidos, con una sonrisa estúpida que solo poseen quienes regresaron de ese etéreo lugar conocido como La Chingada. Hoy sospecho que habito ese carruaje ¿O qué otra cosa puede ser esta larga y delgada nave que nos contiene?
Concluyo que somos maras del viaje garufesco, atrapados en este vehículo imaginario, inventado para la recreación y sustracción de fábulas y alegorías de los parroquianos que acuden por su poción de demencia.
Se me ocurre que soy una proyección de la mente enfermiza que nos administra y que leo un guión ya usurpado. Es más, no existo y no me escuchan. Bebamos pues.

(Texto para leerse la noche del viernes 11 de septiembre en el vigésimo primer aniversario del restaurante Che Garufas)
El mismísimo Che Garufas, midiéndose a los trancazos con el mismísimo Lacandón Anaya (foto: Enrique Alfaro)