Columna HOJA DE APUNTES
Enrique Alfaro
A la fecha, en nuestro país se sigue discutiendo la validez de nuestra transición a la democracia y la alternancia política.
En Chiapas, estos extraños conceptos, son difíciles de aplicar a
nuestra realidad local, pese a que en el año 2000 se anunció que
arribábamos plenamente a ambas condiciones.
Luego de que los chiapanecos conociéramos,
por primera vez, de la derrota de los candidatos priístas Francisco
Labastida y Sami David, a las magistraturas federal y estatal,
respectivamente, pareció concretarse los sueños de la transición
democrática al mismo tiempo que el de la alternancia política.
Al
paso del tiempo ¿Qué sucedió en realidad?, ¿se concretaron ambos
conceptos?, ¿se arraigaron en la terca realidad chiapaneca?…
Correspondió a Pablo Salazar, ex senador priísta, acabar con los
permanentes triunfos del tricolor en la gubernatura del estado. Pablo
concretó con su triunfo la transición democrática en el estado e
inauguró la alternancia política, pero al final de su sexenio renunció a
ambas situaciones.
Salazar conformó un gobierno plural, sin
permitir que los partidos que sostuvieron su postulación decidieran. El
Pablismo fue fundamentalmente conformado por sus amigos priístas y sus
incondicionales de los otros partidos.
La clase política se alternó
parcialmente, pues se dio cabida en el gobierno a cuadros de la
izquierda y la derecha chiapaneca que, por primera vez, paladearon las
mieles del poder.
Ha sido el caso, sostengo, de los más parecido a
la alternancia, pues aunque el gobierno fue plural, descansaba en
cuadros formados en el tricolor, empezando por el propio Pablo.
Durante el pabliato, Salazar impuso control a sus partidos aliados y
decidió la totalidad de candidaturas. Tampoco el PRI se salvó de la
influencia salazarista pues sus liderazgos fueron condescendientes
(Arely Madrid, por ejemplo) con el poder del gobernador en turno y
aceptaban el avance de su oposición, en muchos casos encabezados por ex
priístas.
Acostumbrados a obedecer al poder, los priístas apostaron a
que el propio Salazar Mendiguchía los regresara a sus fueros, cuestión
que se cumplió cabalmente.
Al finalizar su sexenio, por un cálculo
fallido, Pablo le apostó a una nueva alternancia en el gobierno federal,
con la derrota del PAN, y a la continuidad de su proyecto en el estado,
con el PRD, con la salvedad de su candidato, como él, no era perredista
sino priísta.
La “democracia” durante el pabliato fue bastante
conducida y los candidatos opositores al PRI contaban con todo el apoyo
de la estructura del gobierno estatal. No transitábamos a mejores
estadios de democracia, padecíamos ya el poder feudal del gobernante en
turno.
Tras una elección bastante discutida, el “ex priísta”, Juan
Sabines Guerrero, asumió el poder, tras un proceso de continuidad
dirigida. En Chiapas, la democracia no se había fortalecido, el poder
transitaba de un cuadro formado en el PRI a otro en las mismas
circunstancias.
Durante el sabinato, el establo tricolor se
fortaleció en el gobierno mismo, ocuparon las candidaturas perredistas y
panistas y dominaron amplios espacios de poder camuflageados de anti
priístas.
La oposición fue poblada hasta que, al finalizar el
sexenio, la apuesta gubernamental obligó a desfondar al PRD y al PAN. El
beneficiario de esta nueva apuesta, todos lo sabemos, fue el Partido
Verde Ecologista de México.
Muchos cuadros priísta, en la oposición,
volvieron a emigrar pero en esta ocasión al partido verde. Y con ellos
se fueron, también, cuadros de la izquierda y la derecha.
Pero esta ocasión no se dio una continuidad dirigida sino una alternancia asistida, pues no llegaba al poder un ex priísta…
En el actual gobierno, ocupan espacios de poder la vieja clase política
y jóvenes cuadros del verde, algunos de ellos con origen perredista.
Los panistas y perredistas que ocupan carteras menores, no representan
posiciones institucionales de sus partidos. Su permanencia obedece a la
amistad que guardan con el actual gobernador.
De cara al próximo,
proceso es de esperarse la verdadera contienda se de entre el viejo
establo político del PRI y los que ahora están en el Verde.
En el
PRD no se atreven siquiera a elegir a su dirigencia sin voltear a ver al
poder. El PAN, de cara a la elección de su nuevo liderazgo, cuenta con
mayor independencia.
A mi entender, ésta es la situación de la
“democracia” en Chiapas, con su “continuidad dirigida” y su “alternancia
asistida”. Todo nos sigue llegando tarde.
sábado, 15 de marzo de 2014
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