Enrique Alfaro/columna Rumando
Imagino a Juan José en el ojo del huracán, no porque esté en medio de escándalo alguno, sino porque el remolino de la política lo ha ubicado en el momento de la quietud que se da justo cuando se está a la mitad de esa espiral ascendente que es el tiempo de su mandato.
Imagino que tranquilo se sienta a recordar a don Juan en ese preciso momento en que el gobernante se sabía a la mitad de su gobierno. La diferencia en las escenas es que el primero llegó muy joven y el segundo ya entrado en años.
Las reflexiones de ambos, por lo tanto, difieren por razones obvias de edad: Uno quiere comerse al mundo con su arrojo. El otro posee la mesurada madurez de sus años. Sin embargo, los dos cavilan sobre su futuro, el de sus hijos y del resto de la familia.
¿Qué une y que diferencia a los dos Sabines, a las dos generaciones, a los dos políticos?
Ciertamente la época en que les tocó hacer política es diametralmente distinta. En el tiempo de don Juan existía un partido hegemónico, una presidencia imperial. En el presente de Juan José el país vive una democracia deficiente y una presidencia débil, acotada como nunca.
En tiempos del priato bastaba mantenerse en el ánimo del presidente todopoderoso para permanecer vigente en la política, nuestra entidad era el sureste de la república y se gobernaba de manera provincial.
En tiempos actuales, Chiapas, la frontera sur, debe de gobernarse las 24 horas del día, sin descuido, para no engrosar la estadística de los periodos inconclusos; La permanencia en la gubernatura no depende más del mandato presidencial sino de múltiples factores políticos cambiantes y de circunstancias sociales emergentes.
Don Juan gobernó bajo el poder de un presidente fuerte; Juan José apuntalando a un mandatario debilitado, necesitado de asideros.
Sin embargo, el país de ambos no difiere mucho en lo económico. Los Sabines han sido gobernadores en circunstancias de crisis nacional. A don Juan le tocó la más dramática caída de la economía en el contexto mundial del derrumbe de los precios del petróleo. A Juan José le ha tocado otra crisis global que ha terminado por minar el patrimonio nacional bajo las ineficientes administraciones panistas. Son paralelismos de la vida, de sus destinos.
Imagino, entonces, en los mismos pasillos, en las mismas estancias, a los dos Juanes, en distintos tiempos, buscando un rincón para la reflexión. Los imagino imaginándose. Seguramente existirá en Casa de Gobierno un espacio de soledad donde padre e hijo entren en comunión para pensar mesuradamente en lo pasado y en lo venidero de sus proyectos. Afuera, ya soplan las espirales ascendentes que anuncian el retorno de la política. Por lo pronto es hora de que deliberen, se recuerden y lloren, si es que así se los exige el alma. Yo sólo imagino.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Imagino a los dos imaginándose
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