Enrique Alfaro/Columna Rumando
Recapitular. Voltear atrás. Recordar esos ánimos iniciales del proyecto. Acordarse de quienes se quedaron al inicio, de los que fueron marginados en la vorágine del poder.
A la mitad del camino, frente a la soledad del gobernante, se debe dar la hora de las evaluaciones, de las apreciaciones, del ánimo reflexivo, también de las nostalgias…
El ciudadano Juan José Sabines Guerrero inició su sexenio apostando por ampliar la participación de los chiapanecos en las decisiones públicas, en las tareas que nos conciernen para crecer como pueblo, como entidad, como frontera donde inicia la nación.
Así lo creyó y en consecuencia promovió una ley que contempló el plebiscito, el referéndum, la iniciativa popular, la consulta ciudadana, la audiencia pública, la sujeción de los partidos a la ley de transparencia y hubo razones para aplaudirlo.
Bajo esta visión creó una institución no solo para organizar las elecciones, sino también para abrir cauces a la participación ciudadana, para que los chiapanecos contribuyeran a “cosa pública”. Y hubo que elogiarlo en espera de la reglamentación que hiciera posible la concreción de este proyecto sabinista.
En el arranque inicial del gobierno se visualizaba un pueblo acompañando las decisiones del gobernante que a su vez confiaba en la sensatez de los chiapanecos, del vulgo, de la plebe, de los que emanaba.
Hoy las circunstancias difíciles que vive la nación y que golpean de manera terribles en Chiapas, ha puesto a nuestro gobernante frente a un dilema: mayor ahorro sin participación o a la inversa.
Entonces, sin ningún ánimo malsano, me preguntó: ¿No es hora de voltear atrás, de regresar al proyecto original sabinista de darle al pueblo mayor participación?
Tal vez sea tiempo de hablar con los viejos amigos, de caminar tranquilo por las calles, de dejar un poco en paz a los asesores… y regresar al pueblo.
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