domingo, 13 de diciembre de 2009

Sueños bajo la lluvia

Enrique Alfaro / Columna Rumando




Carlos Macías cantando para sus sobrinos en Chiapa de Corzo.

A Oveida Chacón, bella
esposa de mi amigo Carlos.


Nunca fue el propósito crear un ambiente de sensiblería pero nos envolvió la noche bajo una carpa al fondo del patio, resguardándonos de una ligera lluvia e iluminados por débiles velas. Cuatro bohemios cantaban y celebraban el cumpleaños de uno de ellos.
El festejo formal se había verificado el día anterior, entre paisanos, amigos, familiares e invitados especiales como el intérprete ranchero Pablo Montero, quién había llegado a Chiapas exclusivamente para participar en la sencilla celebración.
Pero a la tarde siguiente estábamos cantando a coro canciones que marcaron nuestra juventud, aunque la edad de los bohemios distara entre ellos. El más joven y entonado era el cumpleañero. El resto, entre los que me encontraba yo, hacíamos esfuerzos inútiles por alcanzar el tono o por acompañarlo haciéndole “segunda voz” que no llegaba ni a quinta.
El ángel guardián de esa noche se llamaba José José y desfilaban sus compositores como en coro celestial. El ungido y cantante era Carlos Macías y nosotros debíamos ser el purgatorio.
Miguel, Alfonso y yo, gracias a la sincera hospitalidad de la familia, acompañábamos al compositor chiapacorceño en el fondo del patio de casa de su madre, bajo la lluvia indecisa, entre las sombras estremecidas.
Sería el abundante pábulo o los alipuses, sería el ambiente franco y fraterno, pero nos embriagábamos irremediablemente del talento y la voz, del soplo especial que da el conocer un alma innegablemente sensible.
Entregado a su amante de madera, Carlos soñaba y nos enamoraba de sus quimeras, de sus dislates. Atrevido, imaginaba un homenaje a quién ha sido para Hispanoamérica un príncipe, un soberano de los sentimientos.
¿Quién no se ha estremecido ante la voz de José Sosa y postrado ante el amor al que canta José José? ¿Quién no se ha atrevido a guardar alguna de sus interpretaciones en una herida profunda del alma?
A esa institución del canto se dirigían muchas de las ilusiones de ese joven que creció jugando en las aguas del río Grijalba y que una mañana levantó velas en busca de nuevos causes, en la metrópolis donde todo es posible.
Esa noche conocí personalmente a Carlos, el joven compositor chiapaneco que se siente más cómodo en sandalias con sus pantalones de mezclilla raídos y su playera por fuera. “Mi rey”, le llamo en respuesta a su acostumbrada manera de dirigirse a sus amigos y yo espero merecer esa confianza.
Mi comunión con él se consumó de inmediato por el gusto compartido por las interpretaciones de José José, sólo que el sí sabe cantar sus baladas y yo me consuelo con un remedo. Aún me da pena “cantar” luego de escucharlo, pero los oídos de mis amigos no son, digamos, muy exigentes.
La travesía por los temas interpretados por José Rómulo Sosa Ortiz, más conocido como “el príncipe de la canción”, fue larga pues también Alfonso posee un considerable conocimiento de su música.
En la velada, entre canción y canción, el joven Macías nos comentaba de sus trabajos encaminados a hacer posible un homenaje al referido baladista romántico. Nos hablaba de la difícil tarea de hacer una selección de no más de una decena de temas para ser incluidos en el Cd y de las posibilidades de hacer dúos con intérpretes destacados que admiran al homenajeado.
Miguel, casi en papel de representante y asesor, sugería ideas ante un Macías receptivo y atento. Ante la propuesta de intitular al disco homenaje “Joyas prestadas”, la contrapropuesta del periodista se ofrecía:
— ¿Y porqué no “Las joyas del príncipe” como se le identifica a José José? Y todos asentíamos.
— ¿Y porqué si consideramos que son muchas las “joyas” que quedan fuera del disco, simplemente le dejamos “joyas del príncipe” para aceptar que muchas de ellas no están incluidas? Intervenía yo.
Volvían a asentir, pero finalmente todos sabemos que las últimas consideraciones al respecto serán de Carlos Macías y del propio José José, si sugiere otra cosa.
De entonces a la fecha el proyecto del disco ha avanzado a “pasos gigantes” como diría el himno chiapaneco. Uno a uno se han ido sumando grandes artistas a las grabaciones a dúo con compositor, cantante y impulsor del proyecto.
Nombres como Pablo Montero, Kika Edgar, Gualberto Castro, cantantes de distintas épocas y de distingos públicos, han acudido al estudio de grabación para sumarse al homenaje a príncipe de la canción.
Itati Cantoral, actriz e hija del famoso compositor Roberto Cantoral, autor de temas que José José ha inmortalizado, también participa gustosa del proyecto ofreciendo además el tema que canta a dúo como regalo de cumpleaños a su padre.
José María Napoleón, compositor y cantante que ganara el festival de la Organización de la Televisión Iberoamericana (OTI) en 1977, autor de las letras de canciones como “Lo que un día fue no será” y “Mientra llueve”, está incluido en este Cd cantado al lado de nuestro querido Charly Macías.
El tema “Volcán” que encumbrara José Sosa destaca en la voz de Macías por lo que podría ser uno de los primeros temas que promocionara el artista y productor originario de Chiapa de Corzo, orgullosamente chiapaneco.
Pero los sueños que nos platicara aquella noche, bajo la lluvia, se siguen cumpliendo. Carlos Macías finalmente pudo presentarle el tema a José Rómulo Sosa Ortiz, mejor conocido como José José, y el “príncipe de la canción” no sólo elogió el proyecto sino pidió ser incluido para cantar a dúo con el artista chiapaneco.
Ahora ya se encuentran organizando sus propias agendas, y solicitando los permisos y las autorizaciones respectivas, para entrar a estudio y grabar el tema que coronará los años de esfuerzo invertidos en un proyecto homenaje a uno de los más grandes ídolos de Iberoamérica.
Hoy vuelvo a mis recuerdos de aquella noche de bohemia en Chiapa de Corzo y me admiro de lo lejos que han llegado los sueños de mi amigo Carlos Macías. En broma le hemos pedimos que no despegue del suelo y que viva intensamente uno de sus mejores momentos como compositor, cantante y alma sensible.
Prometo ya no hacerle preguntas indiscretas sobre sus musas a la hora de la inspiración, ni pedir doble platillo del guisado que nos sirve su señora madre cuando acudimos impertinentes a su convocatoria en la gran Chiapa.
Carlos, aún nos quedan muchos sueños por cumplir, pues a través de los tuyos nos realizamos tus amigos en Chiapas. Como en esta ocasión, sábelo de cierto, los éxitos llegan en momentos en que las fuerzas flaquean y los recursos se agotan. Como ha sido tu vida, nada se te ha dado de manera fácil. Pero cuando estés nostálgico, por el fracaso o el éxito, recuerda que “ya va a llegar la marimba”.

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